El pecado ancestral nos hizo comparables a las bestias

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Así dicta la Confesión de Dositeo (o mejor dicho, las Actas y Decretos del Sínodo de Jerusalén de 1672 en contra del calvinismo) la doctrina del pecado ancestral que ha sido sostenida desde siempre por la Iglesia Ortodoxa:

«Decreto 14

Creemos que el hombre, al caer por la transgresión [ancestral], se ha vuelto comparable y semejante a las bestias; es decir, que se ha deshecho por completo y ha caído de su perfección e impasibilidad, pero sin perder la naturaleza y el poder que había recibido del Dios supremamente bueno. De lo contrario, no sería racional y, por consiguiente, no sería humano. Por lo tanto, sigue teniendo la misma naturaleza en la que fue creado, y el mismo poder de su naturaleza, es decir, el libre albedrío, vivo y operante, de modo que es por naturaleza capaz de elegir y hacer lo que es bueno, y de evitar y odiar lo que es malo. Porque es absurdo decir que la naturaleza que fue creada buena por Aquel que es supremamente bueno carece del poder de hacer el bien. Porque esto sería hacer que esa naturaleza fuera mala, ¿qué podría ser más impío que eso? Porque el poder de obrar depende de la naturaleza, y la naturaleza de su autor, aunque de manera diferente. Y que el hombre es capaz por naturaleza de hacer lo que es bueno, lo da a entender el mismo Señor diciendo que incluso los gentiles aman a los que los aman. [Mateo 5:46; Lucas 6:32] Pero esto es enseñado muy claramente por Pablo también en Romanos 2:14 y en otros lugares expresamente, diciendo en tantas palabras: “Los gentiles que no tienen ley hacen por naturaleza las cosas de la ley”. De lo cual se desprende también que el bien que un hombre puede hacer no puede ser verdaderamente pecado. Pues es imposible que lo que es bueno sea malo. Aunque, siendo hecho sólo por naturaleza y tendiendo a formar el carácter natural del que lo hace, pero no el espiritual, no contribuye por sí mismo a la salvación sin la fe, ni lleva a la condenación, pues no es posible que el bien, como tal, pueda ser causa del mal. Pero en el regenerado, lo que se realiza por la gracia y con la gracia, perfecciona al hacedor y lo hace digno de la salvación.

El hombre, por tanto, antes de ser regenerado, es capaz por naturaleza de inclinarse al bien, y de elegir y obrar el bien moral. Pero para que el regenerado haga el bien espiritual -pues las obras del creyente que contribuyen a la salvación y son realizadas por la gracia sobrenatural se llaman propiamente espirituales- es necesario que sea guiado y prevenido [precedido] por la gracia, como se ha dicho al tratar de la predestinación. Por consiguiente, no es capaz por sí mismo de realizar ninguna obra digna de una vida cristiana, aunque tiene en su poder el querer o no querer cooperar con la gracia».

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El diario de San Nicolás Cabasilas

Este blog está dedicado a exponer información histórica y doctrinal de la Iglesia Ortodoxa como también de todos sus santos.