¿Qué debemos de pensar acerca de la veneración de los Santos Iconos y de los santos?

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En la confesión de Dositeo — una de la declaraciones más importantes de la fe ortodoxa contra el calvinismo — se expone este tema en la cuarta pregunta. En ella se responde a los argumentos protestantes de su tiempo y reafirma la posición de la Iglesia Ortodoxa:

Puesto que los santos son y son reconocidos como intercesores por la Iglesia católica ortodoxa, como se ha dicho en el Octavo Decreto, es el momento de decir que los honramos como amigos de Dios, y como que rezan por nosotros al Dios de todos. El honor que les rendimos es doble. Según una manera que llamamos hiperdulia honramos a la Madre de Dios Verbo. Porque, aunque la Theotokos es sierva del único Dios, también es su madre, ya que ha dado a luz a uno de los miembros de la Trinidad. Por eso también se le canta como algo incomparable, así como por encima de todos los ángeles y santos. Por eso le rendimos la más alta veneración de la hiperdulia.

Pero según la otra manera, que llamamos dulia, veneramos o más bien honramos, a los santos Ángeles, Apóstoles, Profetas, Mártires y, finalmente, a todos los Santos. Además, veneramos y honramos el madero de la Cruz Preciosa y Vivificante en la que nuestro Salvador sufrió esta pasión salvadora del mundo, y el signo de la Cruz Vivificante, el Pesebre de Belén, por el que hemos sido liberados de la irracionalidad, el lugar del Gólgota de la Calavera, el Sepulcro Vivificante, y los demás objetos sagrados de adoración; así como el libro de los Santos Evangelios, como los vasos sagrados por los que se realiza el Sacrificio incruento. Y por medio de conmemoraciones anuales, y fiestas populares, y edificios sagrados y ofrendas, respetamos y honramos a los Santos. Y luego veneramos, honramos y besamos los iconos de nuestro Señor Jesucristo, y de la Santísima Theotokos, y de todos los Santos, también de los Santos Ángeles, como se aparecieron a algunos de los Antepasados y Profetas. También representamos al Espíritu Todopoderoso, tal como apareció, en forma de paloma.

Y si algunos dicen que cometemos idolatría al venerar a los Santos, y a los Iconos de los Santos, y a las demás cosas, lo consideramos una tontería y una frivolidad. Porque nosotros adoramos con latría [es decir, adoración] sólo a Dios en la Trinidad, y a ningún otro; pero a los Santos los honramos por dos razones: primero, por su relación con Dios, ya que los honramos por Él; y por sí mismos, porque son imágenes vivas de Dios. Pero lo que es por ellos mismos ha sido definido como de dulía. Pero a los Sagrados Iconos los veneramos relativamente ya que el honor que se les rinde está referido a sus prototipos. Porque el que venera el Icono, por medio del Icono venera al prototipo; y el honor que se rinde al Icono no está en absoluto dividido ni es diferente de quien es representado, y se hace al mismo como el que se hace a una embajada real.

Y lo que aducen de la Escritura en apoyo de sus novedades no les ayuda como ellos piensan, sino que estamos de acuerdo. Porque nosotros, al leer las divinas Escrituras, examinamos la ocasión y la persona, el ejemplo y la causa. Por lo tanto, cuando contemplamos que Dios mismo dice en un momento: “No te harás ningún ídolo, ni ninguna semejanza; ni los adorarás, ni los servirás”, y en otro, ordena que se hagan querubines, y además, que se coloquen bueyes y leones en el Templo, no consideramos precipitadamente la gravedad de estas cosas. Porque la fe no está en la seguridad; sino que, como se ha dicho, considerando la ocasión y otras circunstancias llegamos a la interpretación correcta de las mismas; y concluimos que: “No te harás ningún ídolo o semejanza”, es lo mismo que decir: “No adorarás dioses extraños”, o más bien: “No cometerás idolatría”. Porque así se mantiene tanto la costumbre que prevalece en la Iglesia desde los tiempos apostólicos de adorar relativamente a los Sagrados Iconos, como el culto a la latría reservado sólo para Dios; y no parece que Dios hable en sentido contrario a sí mismo. Pues si la Escritura dice: “No harás”, “No adorarás”, no vemos cómo Dios permitió después que se hicieran imágenes, aunque no para adorarlas. Por lo tanto, ya que el mandamiento se refiere sólo a la idolatría, encontramos serpientes, y leones, y bueyes, y querubines hechos, y figuras y semejanzas, entre las cuales aparecen los ángeles, como habiendo sido adorados.

Dositeo II, patriarca de Jerusalén, fue uno de los mayores confesores de la fe ortodoxa contra el protestantismo y el catolicismo romano.

Esta es la postura ortodoxa acerca de la veneración de iconos, de los santos y de la Theotokos, tal cual como fue confesada por Dositeo II, patriarca de Jerusalén y sucesor de Santiago; aceptada por todos los demás patriarcas reunidos en Jerusalén (y aquellos que enviaron a sus delegados o aceptaron después de su proclamación) como verdadera confesión de fe de la Iglesia Católica Apostólica Ortodoxa.

Ahora bien, algunos protestantes iconoclastas citan a los Santos Padres de la Iglesia para justificar que los iconos deben ser “destruidos” y su veneración debe ser “anatemizada”. Esta estrategia es muchísimo más antigua de lo que parece. A eso, Dositeo II les responde lo siguiente:

Y en cuanto a los Santos que presentan como diciendo que no es lícito adorar los iconos, concluimos que más bien sus declaraciones nos ayudan, ya que en sus agudas disputas inveían tanto contra los que adoran los Sagrados Iconos con latría, como contra los que traen los iconos de sus parientes difuntos a la Iglesia. Sometieron a anatema a los que así lo hacían, pero no contra la correcta veneración, ni de los Santos, ni de los Sagrados Iconos, ni de la Preciosa Cruz, ni de las otras cosas que se han mencionado, especialmente porque los Sagrados Iconos han estado en la Iglesia, y han sido adorados por los fieles incluso desde los tiempos de los Apóstoles. Esto lo registran y proclaman muchos con los que y después de los cuales el Séptimo Santo Sínodo Ecuménico pone en evidencia toda la impudicia herética.

Está claro que es apropiado venerar los Sagrados Iconos, y lo que se ha mencionado anteriormente. Y anatematiza, y somete a excomunión, tanto a los que adoran los Iconos con latría como a los que dicen que los ortodoxos cometen idolatría al venerar los Iconos. Por lo tanto, también anatematizamos con ellos a los que adoran con latría a cualquier Santo, o Ángel, o Icono, o Cruz, o Reliquia de los Santos, o vaso sagrado, o Evangelio, o cualquier otra cosa que esté en el cielo arriba, o cualquier cosa en la tierra, o en el mar; y atribuimos la adoración con latría al único Dios en Trinidad. Y anatematizamos a los que dicen que la adoración de los iconos es la latría de los iconos, y que no los adoran, y no honran a la Cruz, y a los santos, como la Iglesia lo ha dictado.

Ahora veneramos a los Santos y a los Sagrados Iconos, en la forma declarada. Los representamos en el adorno de nuestros templos, para que sean los libros de los indoctos, y para que imiten las virtudes de los Santos; y para que recuerden, y tengan un aumento de amor, y sean vigilantes en invocar siempre al Señor, como Soberano y Padre, pero a los Santos, como sus servidores, y nuestros ayudantes y mediadores.

De esta manera, no solo confesamos nuestra fe ortodoxa acerca de la correcta veneración de los Santos Iconos sino que también exponemos los errores de aquellos que tergiversan los santos cánones de la Iglesia a su favor y van a los dos extremos: aquellos que idolatran los iconos como si la esencia divina estuviera en ellos; y aquellos que se han hecho iconoclastas.

REFERENCIAS:

Dositeo II. (1672). Actas y Decretos del Concilio de Jerusalén.

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El diario de San Nicolás Cabasilas

Este blog está dedicado a exponer información histórica y doctrinal de la Iglesia Ortodoxa como también de todos sus santos.